Las hortalizas (incluyen las verduras) son alimentos vitales en nuestro día a día. Son fuente de muchísimas vitaminas, minerales, antioxidantes, clorofila y otros fitonutrientes esenciales para que nuestro organismo funcione correctamente y goce de buena salud. Cada hortaliza tiene sus propiedades, por eso es muy importante la variedad, para que podamos beneficiarnos de los diferentes elementos de los distintos tipos de hortalizas.
Desafortunadamente, de forma general en nuestra sociedad, las verduras no ocupan un lugar muy abundante en la alimentación diaria. Mucha gente piensa que consumir dos veces a la semana judía verde ya es suficiente, y no, no lo es. Las hortalizas deberían estar presentes cada día en nuestros platos.
Aquí juega un papel muy importante la educación nutricional que les demos a los niños. Si de pequeños les enseñamos y les damos a probar diferentes tipos de verdura, irán educando su paladar a esos sabores y luego cuando sean mayores será más fácil que las consuman. Obviamente puede ser que alguna verdura no les guste nada, y no se trata de obligar a comer ya que hay muchos otros tipos de verduras. Lo que no puede ser es que a una persona no le guste ningún tipo de verdura, no me lo creo.
Otra cosa muy importante es el ejemplo familiar, comer en familia y que los niños vean que los padres comen la misma verdura que ellos puede facilitar tengan curiosidad y ganas de probarlas.
Pero hay otro factor que considero fundamental y es el cómo cocinamos las verduras. ¡Puede cambiar TANTÍSIMO el sabor de una verdura cocinada de una forma u otra! Un brócoli hervido 10 minutos, que queda desmayado y de color verde oscuro, no tiene nada que ver con un brócoli escaldado 4 minutos, que queda terso y de un color verde brillante. No tienen ni el mismo aspecto, ni color, ni olor, ni sabor, ni propiedades.
Comer también es placer. Por eso debemos hacer que comer verduras no sea una tortura sino que realmente sea apetecible.
Salteadas, en forma de crema, mezcladas con otros alimentos, con alguna salsita rica por encima o con especias… cada uno debe buscar la fórmula que más le guste.
Una verdura de invierno muy rica es la coliflor, pero a mucha gente no le gusta… ¿será porqué la comen hiperhervida e insípida?
Hoy quería compartir con vosotros una receta diferente para hacer con esta flor blanca de invierno, acompañada de verduritas de temporada y una salsa de jengibre para darle un toque oriental. Una manera de comer coliflor totalmente distinta y que os aseguro que os sorprenderá, porqué el sabor cambia mucho.
Además, el ajo, la cebolla y el jengibre nos pueden ayudar a que la coliflor no nos cause flatulencias.
La coliflor pertenece a la familia de las crucíferas o brasicáceas, abundantes sobretodo durante el invierno y en la cual encontramos también el brócoli, la col, las coles de Bruselas, la col lombarda, la rúcula y los berros, entre otros.
Existen aproximadamente más de 3.000 especies diferentes de coliflor, pero son tres las que más se comercializan: la blanca, la verde y la morada.
La coliflor es un alimento muy nutritivo. Destaca por su alto contenido en agua (más del 90%) y por ser una buena fuente de fibra, así como por ser rica en vitaminas (C y grupo B) y minerales (potasio, fósforo, calcio, hierro, magnesio y azufre). Es una de las mejores fuentes de calcio de origen vegetal que, gracias al contenido en magnesio, podemos asegurar que se absorba correctamente.
Además, la coliflor cuenta también con numerosas propiedades antioxidantes, gracias a las cuales se considera un alimento muy interesante para la prevención de muchas enfermedades, así como para preservar la salud de las arterias y el corazón. Concretamente, la variedad de coliflor morada contiene antocianinas, un flavonoide con grandes propiedades para la salud del corazón, las arterias y la vista. Aunque hay que tener en cuenta que cuando se cocina, con calor pierde gran cantidad de ellos.
Por otra parte, la coliflor contiene compuestos azufrados que resultan de gran ayuda al hígado en ciertas vías de desintoxicación hepática.
Desde un punto de vista terapéutico, el consumo de crucíferas es de gran importancia porqué se ha descubierto que contienen elementos fitoquímicos anticancerígenos (los más importantes: los glucosinolatos). Por eso deberíamos incluir a menudo las hortalizas pertenecientes a esta familia.
Sólo se tendría que vigilar en caso de padecer hipotiroidismo, ya que los compuestos formados a partir de los glucosinolatos pueden bloquear la absorción y la utilización de yodo por la glándula tiroides. En estos casos se recomienda acompañar las crucíferas con algas o pescado, de todos modos, si es tu caso, es mejor que consultes con tu dietista-nutricionista.
Además, las crucíferas también contienen L-glutamina, un poderoso cicatrizante.
¿Como escoger una coliflor? Las mejores son las que presentan el corazón compacto y blanco, ya que así es cuando son más frescas.
¿Como cocinarla? La coliflor puede ser muy versátil. Podemos cocinarla al vapor, en cremas o incluso podemos consumirla cruda triturada en forma de arroz para hacer sushi. Como en todas las verduras, como menos cocción se aplique mejor, ya que el exceso de calor durante mucho tiempo hace que pierdan gran parte de sus beneficios terapéuticos.
«Focus on loving yourself, instead of loving
the idea of other people loving you»
Ingredientes (para 3-4 personas)
1 coliflor mediana
1 cebolla
2 dientes de ajo
1 zanahoria grande o 2 pequeñas
1 calabacín
1 taza de calabaza troceada pequeñita
2 puñados de espinacas
5 c.s de tamari
1 c.s de vinagre de arroz o manzana
1 trozo de jengibre fresco
aceite de coco virgen (o aceite de oliva virgen)
sal marina
Elaboración
Cortar la cebolla a cuadraditos y saltear en una sartén con aceite de coco y una pizca de sal marina durante 10 minutos.
Mientras, lavar la coliflor y cortarla a flores. Añádelas al vaso de un procesador de alimentos y tritura hasta que queden reducidas a granitos del tamaño de un grano de arroz. Reservar.
Añadir la calabaza troceada y los dientes de ajos triturados junto a la cebolla, tapar y cocinar unos 4-5 minutos.
Cortar la zanahoria y el calabacín a dados pequeños y añadirlos a la sartén. Tapar y cocinar unos 5 minutos más hasta que las verduras estén tiernas (ir mezclando para evitar que las verduras se peguen).
Añadir la coliflor triturada, mezclando bien todas las verduras, y volver a tapar. Cocinar hasta que la coliflor empiece a estar tierna, unos 4 minutos.
En un bol mezclar el tamari, el vinagre de arroz y 2 cucharadas soperas de jugo de jengibre. Para hacer el jugo: pelar el jengibre y rallarlo, cogerlo con la mano y exprimirlo para que salga el jugo.
Verter la salsa por encima de las verduras y añadir los dos puñados de espinacas. Mezclar y cocinar 1 minuto más.
Para servir, puedes añadir unos brotes de alfalfa o un poco de levadura nutricional. Incluso puedes añadirle unos trozos de aguacate, que le darán más cremosidad al plato.
¡Espero que os guste!
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