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Ensalada de quinoa, pera y nueces

6 de septiembre de 2015 Ensaladas, General

¡Ya estoy de vuelta!
Que rápido pasan las vacaciones ¿verdad?. Espero que hayáis pasado unos días fantásticos, que hayáis descansado y recargado las pilas con mucha energía positiva.

Después de este paréntesis por vacaciones, quería empezar hablando de los cereales integrales. El otro día leí una noticia de un periódico en la que parecía que (¡por fin!) se está haciendo más énfasis en que los cereales que se utilicen para elaborar alimentos deben ser de grano entero, y que los cereales refinados son menos nutritivos y totalmente prescindibles.
Por influencia de la publicidad se nos ha hecho creer que lo integral va ligado al simple hecho de estar a dieta o querer cuidarse más (y concretamente dirigido a mujeres), pero ¡va mucho más allá de eso! Es ganar en salud, para todo el mundo.

Cuando hablamos de cereales integrales estamos hablando de los cereales en sí, con todas sus partes. En cambio, cuando hablamos de  cereales refinados nos referimos a los cereales que han sido descascarillados, un proceso por el cual los cereales pierden su germen y con él la mayor parte de las vitaminas del grupo B y minerales necesarios para su metabolismo, además de la fibra.
Está claro entonces que los cereales integrales nos pueden aportar muchísimos más beneficios que los cereales refinados. Además, gracias a la combinación de todos sus componentes (folatos, fibra, vitaminas, minerales, antioxidantes…) se ha demostrado que, comparados con los refinados, disminuyen el riesgo de padecer diabetes, cardiopatías y cáncer.

Uno de los cambios más significativos que ha sufrido nuestra alimentación durante estos últimos años es el avance acelerado hacia alimentos cada vez más refinados, sobretodo los cereales. Y ¿por qué se refinan?, parte de ello se debe a que, antiguamente, sólo las personas con cierta clase social podían permitirse cereales refinados, y éstos adquirieron cierto glamour. Por otro lado, los cereales refinados (al haberles quitado el germen) se conservan mejor y se convierten en un producto duradero, que puede envasarse y que puede transportarse mejor. Una característica muy importante para la Industria.  

Pero ¿y la calidad? al refinar un cereal estamos perdiendo la esencia del alimento y este deja de ser el mismo, ya que se le quitan sus partes más nutritivas. No es lo mismo comer arroz integral que arroz blanco porque nuestro cuerpo lo va a metabolizar de manera diferente. Lo mismo sucede con la harina, uno de los primeros alimentos industriales modernos, cuyo refinamiento lo deja sin apenas ningún valor nutritivo.
Aquí se podría discutir si los cereales refinados pueden ser útiles o no en algún caso concreto, pero en general es preferible consumir siempre cereales integrales.

¡Ah! y algo muy importante… no debemos confundir los panes «integrales» que nos venden en el super con verdaderos productos integrales. La mayoría de veces son panes casi blancos, elaborados con harina refinada y un pequeño porcentaje de harina integral, con cuatro semillitas por dentro y por fuera y un montón de aditivos. Es fundamental leer bien las etiquetas de los productos.

También hay que tener en cuenta que la mayoría de productos que contienen derivados refinados provienen del trigo. El trigo es un cereal que a lo largo de su consumo se ha ido modificando de tal manera que se ha obtenido un cereal más panificable y más rentable para la Industria Alimentaria. Estas manipulaciones han hecho que la proteína, el gluten (la sustancia encargada que el cereal sea más panificable), y otros componentes del cereal hayan sufrido muchos cambios a los cuales nuestro cuerpo no ha podido adaptarse. Por eso cada vez más encontramos gente que padece sintomas como consecuencia a esta  desadaptación. Y no sólo me refiero a la celiaquía  sino también a la sensibilidad al trigo (que incluye tanto sensibilidad al gluten como al resto de componentes que forman el trigo, como las lectinas). Por tanto podemos decir que el trigo que se utiliza ahora no es, ni por asomo, el trigo que se utilizaba entonces.

Dentro del trigo podemos encontrar otras variantes como la espelta o el kamut, pero que también se están empezando a usar mucho por la industria (sobretodo la espelta) y no se porqué me huele a que acabará pasando como el trigo. Donde pone las manos la industria, lo estropea…porque como bien insinúa la palabra, todo aquello que haya sufrido una manipulación industrial, ya no es un alimento real.

Os recomiendo un libro MUY INTERESANTE que he podido leer estos días que documenta muy bien la evolución y transformación que ha sufrido la alimentación hasta el día de hoy. Se llama «El detective en el supermercado» de Michael Pollan.

quinoa

¿Conocéis la Quinoa? Es una semilla con la especial característica que puede cocinarse como un cereal y por eso se la denomina «pseudocereal». La quinoa se caracteriza por poseer proteína completa y un alto contenido en minerales, sobretodo Ca, Fe, Mg y K.  Se trata de una semilla de fácil digestión y no tiene gluten, aunque hay que tener en cuenta que debe lavarse muy bien antes de consumir ya que contiene una gran cantidad de saponinas y estas pueden aumentar la permeabilidad intestinal.

Para mi, el consumo de quinoa sólo tiene un problema: que no es un cereal de proximidad. Se cultiva principalmente en países sudamericanos y ha sido durante años uno de los alimentos base de los Andes, ya que se trata de un cereal que puede crecer a alturas elevadas. Por eso yo intento no abusar de su consumo.

Una receta que me gusta mucho hacer en verano cuando alguna vez compro este pseudocereal es una ensalada de quinoa, pera y nueces. ¡Riquísima!

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«Life is like a flower, you have to enjoy its beauty before summer ends»

Ingredientes (para 4 pers.)
1 taza de quinoa
2 tazas de agua
2 peras medianas
1 taza de nueces (yo he usado nueces pecanas pero puedes utilizar las que prefieras)
1/2 taza de pasas
1/2 cabeza de lechuga romana (o 1 entera si es pequeña)
3 puñados grandes de brotes verdes (rúcula, canónigos…)
2 ramas de apio
Aceite de oliva virgen

Elaboración
Colocar el agua en un cazo y ponerlo a hervir. Mientras, lavar bien la quinoa. Cuando el agua hierva, añadir sal o un trocito pequeño de alga kombu y la quinoa. (Si lo tienes, puedes colocar un difusor de calor debajo ya que así evitaras que se pegue). Cuando vuelva a hervir, tapar el cazo y bajar el fuego al mínimo. Pasados 15 minutos, levantar la tapa para comprobar que la quinoa esté hecha: si queda agua es que aún le falta un poquito, y si no tiene ya puedes retirar del fuego. Colocar la quinoa en un bol de cristal y dejar enfriar.
Lavar la lechuga y los brotes y colocarlos en un bol (las hojas de lechuga cortarlas a tiras pequeñas con unas tijeras). Lavar las peras, cortarlas a medias lunas y añadir a la ensalada. Si las peras son ecológicas no hace falta pelarlas, sino sí que es preferible hacerlo. Añade las nueces troceadas, las pasas y el apio cortado a trocitos pequeñitos y mezclar todo junto. Añadir la quinoa cuando ya este templada o fría. Aliñar con un buen chorro de aceite de oliva virgen y mezclar todo.

¡Espero que os guste!

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Comments

  1. Irene Gutiérrez

    5 de marzo de 2016 at 18:52

    Hola, quería preguntarte si considreas que es suficiente con remojar y escurrir la quinoa para lavarla, por ejemplo en un escurrepasta. En algunos sitios he visto métodos con múltiples pasos que incluyen cocción y desechar el agua, y la verdad es que así se me quitan las ganas de prepararla, me parece una pesadez. ¿No es posible que venga ya lavada en el envase??. Gracias

    Responder
    • Gina Estapé

      6 de marzo de 2016 at 15:13

      Hola Irene!
      no, en el envase no viene lavada. Pero no creo que debas cocerla y desechar el agua. Lo ideal es que la dejes en remojo toda la noche y al día siguiente la cueles y la enjuagues un poquito y ya puedes cocinarla. Pero en caso que se te olvidara tampoco pasa nada. En este caso, la lavas un poco antes (la sumerges en un bol y le das como un masaje para que saque escuma, la escurres y la enjuagas un poquito en un escurrepasta mismo) y ya está.
      Un abrazo 🙂

      Responder
  2. Irene Gutiérrez

    6 de marzo de 2016 at 17:21

    Muchas gracias así lo haré, la dejaré en remojo como los garbanzos…

    Responder

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